PASADO DEL VALLE DE MÉXICO
Alfombristas Mexicanos | Hace casi 700 años, en este lugar, había un gran lago lleno de plantas acuáticas y animales y por sus cielos volaban millones de aves multicolores. Aquí floreció la cultura mexica.
El agua era venerada como el dios Tláloc, fuente de toda la vida, incluida la humana. Los tlaloques, sus ayudantes, cargaban el agua en cántaros de barro.
Muchos animales eran venerados: la garza, dios del aire, predecía el clima; el ajolote, hermano de Quetzalcóatl, fue alimento y medicina; y, el tlacuache, fue el dios que robó el fuego para los humanos.
Flores como dalias, ninfeas o cempasúchil, entre muchas, fueron alimento, ofrenda o medio de sanación física y espiritual que florecía en los solares y jardines de Tenochtitlán.
Los mexicas obtenían su alimento de los lagos, por la pesca o cultivando sus hortalizas en chinampas, camas flotantes hechas de raíces de ahuejote, cubiertas con el fango del fondo del lago.
En la Colonia el agua fue solo un “recurso” que podía contaminarse y desecharse. Y sucedió la más grande catástrofe ecológica: el desalojo de las aguas de sus lagos, para evitar inundaciones.
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